
Es esto que me tiene atado al suelo. No podría describirlo como algo material, concreto. En vano sería intentar pensarlo en abstracto, sabrás entender supongo…
Bolsitas de nylon, es casi un sustento. La campera de jean que le regalé al otro chico.
Las mangas del buzo, estiradas hasta las rodillas, todo el buzo estirado en realidad. Las puntas de las mangas llenas de moco y lamparones de bencina.
Cuando puedo ver mi reflejo en algún bar o en una vidriera es terrible. Intento no verme. Es algo que no puedo soportar verme así.
La gente me echa, me patea, me ignora. Un chico me dijo que era invisible. Otro me dio una moneda, tenía pantalones flojos. Una señora me regaló el resto del pucho que estaba fumando, esos cigarrillos interminables, blancos, fálicos, con gusto a algún trago horrible que habrá tomado en el casino. Intento rechazar los que tienen la marca del lápiz labial, lo encuentro terriblemente repulsivo, como si la huella fuese la boca en sí, y no lo que dice.
La policía no me trata tan mal como pensás. Cuando no bardeo, no me molestan. Pero cuando me pongo la capa de poxirrán es otro el mambo.
Abrir puertas, cerrar puertas, extender la mano con la palma hacia arriba, mirar a la persona a los ojos, quedar mal parado cuando no te dan nada. Es terrible, peor cuando estás en otra, cuando estás re loco, o cuando tenés paco hasta en las uñas.
Sigo sin recordar la última vez que me tomé un café con leche y medialunas. Me tengo que conformar con un par de galletitas, cuando compramos a la mañana, bien temprano, antes de salir con el carro.
Me olvidé de que te estaba hablando…
Ah, cierto, ese tema de los redondos, Ladrón de Mi Cerebro…lo escuchaste?
2 comentarios:
bencina, fue el aire de todos alguna vez.
La proxima vez que te cruce en un bagón de subte podriamos hablar un poco de todo esto.
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