
"Sentí de repente la urgente necesidad de tener que lavarme las manos, de frotarlas para quitarme la mugre, la transpiración provocada por aquel tipeado a velocidad inconcebible. Caminé desesperado al baño, a pasos agigantados, llegando en un tiempo récord al lavabo y abriendo la canilla para reponer tal delito orgánico".
"Al final, me sentí completamente limpio, aunque sólo había lavado mis manos con el jabón color naranja y sumergí mi rostro en el charco artificial. Cuando terminé de secarlas con la toalla harapienta, me di vuelta y sucedió lo peor. La luz prendida indicaba que había dejado (inconscientemente) algo pendiente en el toilette".
"Intermitente, epiléptica, desesperante, se llevaba a cabo una de las peores torturas hasta hoy existentes: la gota. Marcaba el pulso que despertaría más tarde mi obsesión, o podría generar un brote psicótico en mi cabeza".
"Fué una batalla dura contra el grifo, hasta que finalmente logré vencer, de manera inesperada al falo metálico que me brindaría una de las más grandes excusas de mi locura: el agua. Creo que puedo soñar cuantas veces se le antoje a mi retorcido cerebro hacerlo".
Picture by: castroma@gmail.com
2 comentarios:
no podía faltar córtazar, no podía.
cronopio, cronopio.
es increible como uno siente de formas distintas los mismos textos, increible.
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