Crecí con gente idiota, crecí idiota, crié un idiota, aunque fueron malas las veces que nos vimos. No sabía de qué hablarte sin que te pusieras a llorar. Ni que fuera macho peronista, todo lo contrario, paso el tiempo con sismos en la entrepierna. Dios es empleado, empleado de mostrador. Da para recibir, recibe para dar, intercambia, permuta o canjea ticket restaurant.
Pantalones harapientos, zapatillas mugrosas. Libro gordo bajo el brazo y mate en mano, mi debilidad. La pierna más bonita. “Que pieza más bonita…!”, y me bastaba para arrojarme encima suyo. No precisaba más que palabras, ticks de la revolución. Tiempo, tanto, tan poco. Ni muy muy, ni tan tan. Un pie en la cancha y otro en el cordón. Sabría bien qué decirte si me miraras, apuntaras tus ojos hacia mí por un segundo. Tiempo tanto, tangos al espacio.
Es eso, un flash, un flash en Frappè. Las paredes se caen, en nada se parecen a Ciudad La Paz, y menos a mí. Me cambia el peinado, me resalta los ojos. Me manché el pantalón pensando en plantas, plantas altas, plantas bajas. Se me marca la sonrisa cada vez que sé que estás mal, y sin embargo me llamo igual que antes. Sigo siendo bueno como inhalar quitaesmalte o tomarse un traguito de kerosén. Es re top en primavera, pero nos fuimos de mambo. Mi cabeza está en llamas, todos me miran (por fin!).
Ahora que me ven, soy odioso, soy malevo y egoísta. Si no me vieran, me pondrían en su mesita de luz. No prendas la luz, la imagen me desfiguró. El punto es que me ven, no importa si bien, mal, lindo o feo. Me ven y no soy buena onda, pero me ven. Y me re cabe. Y me gusta escuchar la radio, porque siempre espero que hablen las dos, o las dos y media, a las vos y cuántas?
Sueño que duermo y duermo tanto que sueño. Me sueño, pero soñando. Y me siguen viendo. Lo que pasa es que sigo apretando las muelas, y las encías me sangran a lo pavote. Y ya tengo las muelas roídas de tanto verte, de tanto verme.
Y ya tengo la sombra incorporada, la tengo por debajo de los ojos, colgajos que me tapan la luz, que me cambian la luz. Y el lagrimal lleno de lagañas, lleno de lágrimas secas, verdadera solución salina, para la tos.
Chernobyl me ama.
Chernobyl me cuida.
Chernobyl se juega y me tira unos mangos, sólo de vez en cuando y si se lo pido bien.
Chernobyl se junta con los pibes a tomar una cerveza, a escuchar charangos.
Chernobyl tiene rostro de mujer, mujer del Sur.
Chernobyl sale de vez en cuando a patearle la cabeza a los que cobran sal, siempre y cuando se retoban.
Chernobyl le borra la cara a la gente. Y no le importa si lo mirás o no, porque le encanta el infierno. Y le encanta sonreír cuando estás mal.
Drawing by Patología.