miércoles, 19 de diciembre de 2007

Heces, campanas, foquitos de luz, lu.

Pasan las horas, tic-tac efímero, y yo sigo apretando las muelas. Maquinitas insoportables, maquinitas indescifrables. Perdón por el miedo, pero suele ser de a ratos que me agarra, como cuando el sueño ya es bostezo, y la linterna atrapa bichos.

Crecí con gente idiota, crecí idiota, crié un idiota, aunque fueron malas las veces que nos vimos. No sabía de qué hablarte sin que te pusieras a llorar. Ni que fuera macho peronista, todo lo contrario, paso el tiempo con sismos en la entrepierna. Dios es empleado, empleado de mostrador. Da para recibir, recibe para dar, intercambia, permuta o canjea ticket restaurant.

Pantalones harapientos, zapatillas mugrosas. Libro gordo bajo el brazo y mate en mano, mi debilidad. La pierna más bonita. “Que pieza más bonita…!”, y me bastaba para arrojarme encima suyo. No precisaba más que palabras, ticks de la revolución. Tiempo, tanto, tan poco. Ni muy muy, ni tan tan. Un pie en la cancha y otro en el cordón. Sabría bien qué decirte si me miraras, apuntaras tus ojos hacia mí por un segundo. Tiempo tanto, tangos al espacio.

Es eso, un flash, un flash en Frappè. Las paredes se caen, en nada se parecen a Ciudad La Paz, y menos a mí. Me cambia el peinado, me resalta los ojos. Me manché el pantalón pensando en plantas, plantas altas, plantas bajas. Se me marca la sonrisa cada vez que sé que estás mal, y sin embargo me llamo igual que antes. Sigo siendo bueno como inhalar quitaesmalte o tomarse un traguito de kerosén. Es re top en primavera, pero nos fuimos de mambo. Mi cabeza está en llamas, todos me miran (por fin!).

Ahora que me ven, soy odioso, soy malevo y egoísta. Si no me vieran, me pondrían en su mesita de luz. No prendas la luz, la imagen me desfiguró. El punto es que me ven, no importa si bien, mal, lindo o feo. Me ven y no soy buena onda, pero me ven. Y me re cabe. Y me gusta escuchar la radio, porque siempre espero que hablen las dos, o las dos y media, a las vos y cuántas?

Sueño que duermo y duermo tanto que sueño. Me sueño, pero soñando. Y me siguen viendo. Lo que pasa es que sigo apretando las muelas, y las encías me sangran a lo pavote. Y ya tengo las muelas roídas de tanto verte, de tanto verme.

Y ya tengo la sombra incorporada, la tengo por debajo de los ojos, colgajos que me tapan la luz, que me cambian la luz. Y el lagrimal lleno de lagañas, lleno de lágrimas secas, verdadera solución salina, para la tos.

Chernobyl me ama.

Chernobyl me cuida.

Chernobyl se juega y me tira unos mangos, sólo de vez en cuando y si se lo pido bien.

Chernobyl se junta con los pibes a tomar una cerveza, a escuchar charangos.

Chernobyl tiene rostro de mujer, mujer del Sur.

Chernobyl sale de vez en cuando a patearle la cabeza a los que cobran sal, siempre y cuando se retoban.

Chernobyl le borra la cara a la gente. Y no le importa si lo mirás o no, porque le encanta el infierno. Y le encanta sonreír cuando estás mal.



Drawing by Patología.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Autorretrato


El cuarto a oscuras en su totalidad, o casi. Le gustaba la oscuridad sólo para profundizar el clima conspirativo. Preparando la cena para después de las siete de la tarde, y después a la cama, aún habiendo sol para broncear becerros. Lo pensó machacando los conceptos. Los analizaba palabra por palabra: “si el dios es hombre, el hombre es mortal; por lo tanto, dios es mortal; pues, he aquí la clave, el énfasis de nuestra tarea está en matarlo” y otros silogismos colorados similares.

Cuando no conspiraba, era fóbico a las penumbras. Lo encerraban de forma tal que no pretendía esperar ni ser esperado por alguna pulsión, alguna situación que lo excitara.

Hipocondría permanente, que suplantaba las conversaciones sobre regalos, cumplidos, mujeres, Artaud lo negaba, como al dios perro, al can zarista.

Cuidaba bien del niño, hasta que el baño de Constitución lo colmó, sabía de lo que hablaba por la vieja de miseria y delantal. Escondía sus medias en botellas de coca vacías, las mismas que se usan como recipiente de sangría popular. Por dentro daba vergüenza, o por lo menos así ella lo sentía y lo daba a entender.

Mataba el tiempo hablando con taxistas que la retuercen del cogote mientras beben de su néctar. Era extraño, pero laceraciones profundas rondaban su tez, ojos hundidos, quién sabe si estaban sombreados. La sangre agolpada en sus ojeras daba ya un maquillaje perfecto. Palidez post-mortem que la diferenciaba de la sombra de mi ego.

Volvía de trabajar con la garganta pegada, la falda sobre la cintura y los tacones rotos. Su peinado era increíble. Mientras que la materia no existe si no es en movimiento, su peinado se mantenía estático, por más que la resistencia peronista corriese por sus entradas, permanecía en su dureza, su felación.

Seis pibes, dos guachas. Pecas o mugre, se confundía así a su prole. Encorvado, ojeroso y gordo como Lanata. Pero sin la esposa. De los padres que repiten la lista de nombres de todos sus hijos (obviamente, su orden será en escala desde quién es el preferido hasta el último, que será el sujeto) como acto fallido.

Obrero de call center que se hace elevar. No existe, no yace. No ceya. No Aye…ah si, “c”. El aparato es lo peor que te pudo pasar. La ausencia de contacto, de dúo, la falta de… la falta de generosidad. Es OnoSerMiseria una paradoja? Si, es un ego jugado de a dos. O de a tres, o cuatro. Esto es reciente.

Doblar las voces, pasteurizar, coimear, el tiempo sí existe. “Los milenios, centurias, siglos y décadas. Los años, meses y días. Las horas, minutos, segundos y subsiguientes. Simples (o no tan, todavía causan crisis) conceptos para mesurar la explotación capitalista, la alienación del hombre, la rotación planetaria. Pura cháchara”.

Y qué me dice de la matemática? Nylon, Uhu, estaban simbiotizados. Como si les hubiera pasado por encima el Cordobazo. Muertos, callados como en velorio de prócer.

Drogas de diseño, diseñador de modas. Estudio prominentemente artesanal. Laura que no sabe para dónde escapar, yo tampoco, no os preocupes. Era retrato de Flor, de una flor, una flor amarilla.

Nos encontramos cuando nos vemos, cuando no. Cuándo no? Era muy bonita. Tenía las piernas más bonitas. Más oscuras que al principio. Basta de dúo, viva el solista y/o trío.